Las almohadas para el cuello, que son poco más que cojines que se acomodan alrededor de la base de tu cabeza, vienen en un número sorprendente de variedades. Dependiendo de tus necesidades, algunas pueden ser mucho mejor que otras, o cualquiera puede hacer un trabajo adecuado. Considera lo siguiente cuando elijas una nueva almohada, y asegúrate de adquieres la mejor para ti.
– Almacenamiento. Durante la mayor parte de tu viaje no usarás tu almohada para cuello, así que considera qué tan fácil es empacarla. Incluso una almohada extremadamente cómoda puede acabar fastidiándote si estorba con frecuencia al buscar otras cosas. Las almohadas inflables suelen ser más fáciles de almacenar, pues ocupan poco espacio, pero pueden ser frágiles y los objetos guardados junto a ellas pueden perforarlas. Las almohadas hechas de “espuma con memoria” son más robustas y pueden dar mejor soporte, pero también son más voluminosas y difíciles de empacar cuando no se usan.
– Usabilidad. Debes asegurarte de que tu almohada pueda usarse en varias situaciones, como en trenes y aviones o en autobuses y autos. Debe funcionar bien en una amplia gama de tipos de asiento, y dar soporte para tu cabeza y cuello cuando tu cuerpo está en posición de descanso.
– Urbanidad. Algunas almohadas para cuello que se apartan de la forma tradicional pueden ser algo incómodas para la gente a tu alrededor. Una almohada diseñada para deslizarse entre dos asientos de avión, por ejemplo, puede ocupar espacio que normalmente debería compartirse.
– Olor. Por lo común, las almohadas para cuello inflables huelen a plástico. La mayoría de los viajeros no tendrán objeción, pero si tienes alergia o una aversión particular al olor del plástico, quizá sería mejor que evitaras los modelos inflables, aun si vienen con una cubierta de lana o gamuza.